jueves, 24 de mayo de 2012

Artificios del mago I: Cantos


El uso de la palabra ha sido desde siempre el arma más mortífera de los magos. De hecho "mago" y "encantador" fueron sinónimos desde al menos la Edad Media. Podemos poner como ejemplo tanto al mago que pretende invocar entidades de otros mundos como el que habita en una tribu y trata de curar una enfermedad con cánticos. Entre los griegos la goecia (encantamiento) era opuesta a la teurgia divina, llamaban goetas o goes a los encantadores. Esto da una idea de su notoria importancia. Isidoro indicaba que los encantadores eran aquellos que se valían de palabras.



Canto viene del latín cantus cuya raíz etimológica es kan- (cantar), palabras incluídas en la raíz son "encantar", "engatusar" (confusión del antiguo "encantusar", derivado de "encantar") y "vaticinar" (vate o adivino que canta). No deja de ser curioso que comparte raíz el alto alemán antiguo hano, que significa "gallo".



-"Encantar" es alterar la naturaleza de algún objeto, lugar o ser vivo por medio de cantos mágicos. Entre los encantadores que hay constancia histórica en el occidente europeo se hallan los encantadores de lobos, de armas, de los elementos, de serpientes, de espíritus (nigromantes) y los de hierbas (llamados también herbarii). En la India, según Marco Polo, había encantadores de peces. Parece que estas palabras tenían la capacidad de alterar la estructura molecular de aquello a encantar.



-"Excantar" es hacer desaparecer algo o a alguien a través de cánticos mágicos. En época romana hay casos documentados de robos de cosechas por medio de "excantos".



-"Precantar" es alejar o exigir con firmeza algo a través de cánticos mágicos. La palabra parece ser sinónimo de conjurar (alejar y obligar), pues San Isidoro indicaba que los necromantes se valían de precantationes para forzar a las almas a volver a un cuerpo. Entre los judíos existían una especie de curanderos o exorcistas llamados "precantadores" que se valían de rimas (algunas de ellas se han conservado hoy) en las que se alude frecuentemente a Yavé y los ángeles. Estaban especializados en quitar todo tipo de males espirituales, tales como el mal de ojo y otras enfermedades causadas por magia. Eran vistos popularmente como los enemigos de los encantadores, pues se dedicaban a reparar los desmanes  que éstos provocaban. El mismo Jesús se portaba como un precantador judío, ya que solía curar enfermedades y practicaba exorcismos. La palabra "precanto" no existe en español, pero sí en portugués, pues fue allí donde fueron exiliados muchos de estos judíos.  Los precantadores cristianos españoles se llamaron "curas" desde el s.XIV.



-Ensalmar: Dentro de la familia de los cantos puede incluírse el salmo o salmodia, cántico religioso con alabanzas a Dios. El salmo es una versión cristianizada del canto. Los ensalmadores eran aquellos que curaban con ensalmos a los embrujados y delataban a los magos culpables del mal, aunque principalmente tenían por oficio componer los huesos dislocados o rotos. Ensalmador sería en la práctica un tipo de precantador.


-Vaticinar viene de vaticinador (lit. "adivino que canta"). El vaticinio es un presagio que efectuaban algunos poetas cantando por medio de una inspiración divina. Isidoro (s.VII) comenta algo de los vates:


El nombre de "Vates", acuñado por Varrón, les es aplicado por la fuerza de su ingenio, o tal vez por trenzar versos, es decir, ajustarlos, o sea, modularlos. Por eso, antiguamente a los poetas se les llamaba en latín "vates", y a sus escritos, "vaticinios", porque cuando escribían, se sentían agitados por una cierta fuerza y una especie de locura; o quizá porque articulaban unas palabras con otras de acuerdo con un determinado ritmo. Por su inspiración recibían también el nombre de "adivinos", debido a que, por lo general, se expresaban en verso.


El término vates reciba en latín un claro sentido peyorativo, de la misma forma que el verbo vaticinor sea sinónimo (por ejemplo, en Cicerón) de “divagar”, “tener propósitos incoherentes”. Los vaticinadores siguieron existiendo en España al menos hasta la Edad Media, pues en el Fuero juzgo del año 681 se condena a los que consultan a los ariolos, arúspices y vaticinadores. Asimismo, en la Asturias del s.IX algunos clérigos recibían el título de "vate", de hecho comenta San Isidoro (s.VII) sobre el vate:


El vate recibe este nombre por la potencia de su mente. Su significado es múltiple, pues significa sacerdote, profeta o poeta.

-Nenia: La poesía latina menciona con frecuencia otra categoría de canto mágico, la nenia, generalmente atribuida al pueblo marso. El término es, aún hoy, de significado oscuro pero parece identificarse con fórmulas vulgares, de escaso prestigio, utilizadas tanto en cantos fúnebres como quizá también en la magia amorosa. La hechicera Canidia, dirigiéndose a Varo, le dice:



¡Pues no, no serán usuales pociones las que a mí me traigan, Varo que has de llorar tanto, ni fórmulas marsas te harán entrar en razón!



En un texto germano de Buscardo de Worms de aproximadamente el año 1000 se dice:



¿Has hecho vigilias fúnebres, es decir, has participado en los velatorios de difuntos en que los cuerpos de los cristianos eran asistidos según el rito pagano, y has cantado nenias diabólicas y has bailado las danzas que inventaron los paganos instruidos por Satanás; has bebido o te has abandonado a risas descomedidas y, dejando a un lado todo sentimiento de piedad y compasión , parecía como si te alegraras de la muerte de tu hermano?





sábado, 5 de mayo de 2012

Sobre los dioses


En esta entrada se tratará el origen y la evolución de la palabra "dios". Creo firmemente que sólamente evitando ideas preconcebidas y empezando desde cero pueden llegarse a conclusiones convincentes en un asunto de tal complejidad. Actualmente tenemos una idea bastante alejada sobre este término, se debe principalmente al sincretismo religioso o a la asociación de palabras antiguas con las nuevas creencias que se han ido dando. Vaticino que habrá importantes sorpresas en este trabajillo. 



Etimologías: "Dios" viene de la raíz indoeuropea deiw- ("brillar", con otros derivados como "cielo" o "día"). La palabra es de origen hindú (sánscrito dí-de-ti) y fueron los pueblos indoeuropeos los que la trajeron a Europa en época pretérita. Hay muchas palabras que entran en esta raíz, así del sánscrito devah ("dios") procede devi, que era el nombre genérico de las divinidades femeninas de la India, en especial bajo un aspecto demoniaco. No deja de ser curioso lo que se dice en una de las suras del Corán: "muchos de aquellos dioses que adoran los incautos son deidades femeninas".


Del latín deus ("dios") proceden directamente el español "dios", "deidad" o "adios"; mientras que del latín divus derivan "divino" o "divo". Con grado cero y sufijo diw-yo- tenemos "Diana" (diosa lunar). Leyendas sobre las Dianas, janas, anjanas y otras "anas" existen en en la literatura legendaria hispánica, pero lejos de ser simples cuentos su culto está atestiguado en España por Martin Dumiense (s.VI), el cual refiriéndose a las creencias de los gallegos comenta:


En el mar invocan a Neptuno, en los rios a las lamias, en las fuentes a las ninfas, en los bosques a las dianas, todos los cuales son malignos demonios y espíritus nocivos que atormentan a los hombres infieles...


Con la variante dyeu-: Jove (dios del brillante cielo) se encuentran el latín Iovis (genitivo de Iuppiter) del que vienen palabras como "jueves", "jovial" o "júpiter" (también llamado dyeu-pater, padre Júpiter o Dios padre). También está relacionado el griego Ζεύς (Zeus), del que proceden los "Dioscuros" (del genitivo Διόσ: de Zeus, κουροι: hijos). No es de extrañar que Júpiter fuera el Zeus romano. Por último de la variante dye- procede el latín dies (día) que dio origen a palabras como "día", "diurno", "cotidiano", "jornada", etc.


Con respecto a la palabra "diablo" no hay opinión clara entre los etimólogos, yo sin embargo creo que es sinónimo de daeva dado su parecido etimológico y funcional. En el libro de Macabeos 1, 36 (texto griego) se encuentra la palabra diábolos con el significado de ‘adversario’, ‘enemigo’. También en algunas ocasiones incluye el sentido de ‘acusador’ o el de ‘calumniador’Job 1:8-12 . La palabra griega diábolos ("calumniar") es diaballein: día (a través) +ballein (arrojar). Los traductores del Antiguo Testamento al griego, en el siglo III, sustituyeron el hebreo Satán por el griego diábolos. Otras versiones plantean que la palabra "diablo", devil ("diablo" en inglés), djofull, divell, con todas sus variantes, no tiene por qué haberse derivado de diábolos, aunque el uso de esta variante podría deberse a un juego de palabras similar al que convirtió al dios canáneo Ba'al Zebûl (literalmente "el señor príncipe") en Baal Zabut ("el señor de las moscas"), el actual demonio Belcebú. Esta versión plantea que la palabra diablo se deriva del Proto-Indo-Europeo *deiwos, adjetivo que significa "celestial" o "resplandeciente", una derivación Pre-Indoeuropea de la raíz *diw o "resplandecer", relativa sobre todo al cielo diurno.



La raíz *deiwos generó no sólo la palabra divel o teufel en lenguas de Europa del Norte, que son equivalentes al diablo de éste idioma; también derivan de ella el griego theos (clara conexión entre el prefijo"teo-" y "dios") , el lituano dievas, el germano Tiwaz, el latín antiguo deivos y el latín moderno Deus. Tiwaz o Teiwaz era el nombre del dios nórdico Tyr. El inglés god (dios) proviene de la raíz ghut- (el invocado); relacionado con zovo "llamar" y el sánscrito huta "el invocado" que es un epíteto del dios Indra. La forma primitiva germánica parece haberse referido al espíritu inmanente enterrado en un montículo. El término está de algún modo vinculado con el griego Zeus en el sentido de "brillante". Es muy probable que "god" y "godo" estén relacionados ya que el culto al dios Tyr fue común entre los pueblos godos.  Respecto a Lucifer (literalmente "portador de la luz") procede del hebreo  Helel (הֵילֵל, "el brillante"), y es sinónimo de "diablo". El brillo es algo latente entre los diablos. 


Como vemos, nada tiene que ver la palabra "dios" con el supremo Yavé del Antiguo Testamento, el islámico Alá o el cananeo Él. Se trata en realidad de una traducción bíblica errónea para un pueblo europeo que tenía un concepto politeísta del mundo. Digamos que fue una traducción políticamente correcta. Sí, todos llamamos hoy día "Dios" al Creador (El) de modo impropio, es bueno saberlo. Ateniéndonos al lenguaje el verdadero nombre del Creador es "El" cuya raíz es al-1 (más allá), pues se consideraba que estaba lejano de la vida cotidiana del hombre, de ahí que tanto dioses como demonios recibiesen culto en el globo de modo mayoritario. En cuanto a "diablo" parece sinónimo de "dios", aunque resulte bastante paradójico...



En el zoroastrismo la palabra daeva ha adquirido un significado peyorativo: "ser sobrenatural malo, demonio". En la tradición zoroástrica, los daevas son los adversarios malignos de los ahuras. La teoría más antigua es que los daevas/devas y asuras/ahuras representaban facciones rivales en el panteón indo-iranio desde una época muy remota, en la actualidad ha sido abandonada por casi todos. Parece más probable que durante la emigración de las tribus protoindias y protoiranias desde las estepas del sur de Rusia, el culto del dios guerrero Indra llegó a ser prominente entre los protoindios, eclipsando en parte la veneración tradicional a los grandes dioses Mitra y Varuna. En cierto momento este culto, que enfáticamente se dirigía a Indra y su séquito, como los devas, parece haberse difundido entre los protoiranios, provocando la furiosa reacción de Zoroastro. Indra es todavía uno de los eminentes daevas en el Zoroastrismo. Vamos a analizar a continuación a algunos de estos verdaderos dioses (nunca mejor dicho). Me refiero a Indra, Zeus, Júpiter y Tyr. No es extraño que tengan muchos rasgos similares, pues son mismo perro con distinto collar. Propiamente hablando el vocablo singular "dios" se refiere a cualquiera de ellos.



Indra: En el hinduismo, rey védico de los dioses, al que se dirigen muchas de las oraciones del Rig Veda. Figura guerrera, era dios de la lluvia, utilizando el trueno y el rayo como armas, y logrando apoyo de parte de un elixir especial y la ayuda de otras deidades como Visnú. Hallado también en la mitología jainita y budista, es el padre de Arjuna, una de las figuras centrales del Mahabharata. Su importancia declinó en el hinduísmo posterior, y su papel fue asumido por Brahma.



Su piel es blanca o amarillenta y su cuerpo está cubierto de ojos con párpados que le permiten ver todo lo que sucede en el mundo. En realidad esos ojos fueron una maldición-bendición de sabio Gótama. Indra había seducido a la esposa del sabio, Ajalia (Ahalya). Al enterarse el asceta del adulterio, hizo que el cuerpo de Indra se llenara de decenas de vulvas. Indra hizo penitencias para pedir perdón, y el sabio terminó accediendo a convertir las vulvas en ojos.



En las escrituras hinduistas, Indra es un dios temeroso de perder su puesto como dios principal. Por eso, cuando se entera de que algún humano (como Vishuámitra) realiza muchas austeridades para ganar karma que le permita ascender en una siguiente encarnación y ocupar el puesto de Indra, éste envía a las prostitutas celestiales, las apsaras (como Urvashí, Rambhá o Menaká) para que lo seduzcan y le hagan perder todo avance místico.



Indra está casado con Indrani (cuyo padre, Puloman, él había matado). Fue padre —con distintas mujeres— de Áryuna, Yaianta, Midhusa, Nilambara, Kamla, Bhus y Rishabha, entre otros. Indra es uno de los hermanos del dios del Sol Suria. Indra mató a los hijos de Diti, así que ella esperaba un hijo que fuera más poderoso que Indra y le vengara. Para ello se mantuvo embarazada durante un siglo, mediante la práctica de la magia. Pero cuando Indra la descubrió, le arrojó su rayo, que destrozó el feto en siete partes. Cada parte se regeneró como un individuo, y se convirtieron en los Maruts, un grupo de dioses de la tormenta menos potentes que Indra.



Zeus: Dios supremo de los griegos, venerado por todos los pueblos helénicos. Es esencialmente el dios de la luz (proveniente de su etimología). Es también el dios de la naturaleza física y de los grandes fenómenos celestes donde se manifiesta la vida cósmica: personificación del cielo y su esplendor, símbolo de la lluvia, del viento, de las tormentas, del ciclo de las estaciones y de la sucesión del día y la noche. Es el dios del rayo, venerado en los picos elevados: el Táigeto, el Himeto y sobre todo el Olimpo, su morada. Es el amo de los elementos y a veces parece reinar sobre el mar, como su hermano Poseidón, o en los infiernos, reino de su hermano Hades. Es dios de la justicia: vigila el respeto a los juramentos y a las leyes de la hospitalidad. Castiga la impiedad y la desmesura, pero sabe igualmente recompensar los actos de piedad. Reina como patriarca sobre una sociedad organizada, pero sus poderes tienen un límite, pues a su vez está sometido a las leyes del destino.



Es el hijo menor de Crono y Rea, y pertenece por tanto a la tercera generación divina. Crono (nombre que dieron los griegos a Él), a quien se le había profetizado que un hijo suyo le destronaría, había devorado ya a los cinco que le había dado Rea, pero ésta consiguió salvar a su último hijo entregando a su esposo una piedra envuelta en pañales y escondiendo al niño en Creta, donde sería criado por la ninfa o la cabra Amaltea. Ya adulto, Zeus liberó a sus hermanos utilizando una droga, que le había proporcionado Metis, que obligó a Crono a vomitar a todos sus hijos. Luego destronó a su padre. Antes de reinar en el Olimpo tuvo que combatir durante diez años con los titanes. Los olímpicos obtuvieron la victoria y los tres hermanos se repartieron el poder: Zeus obtuvo el cielo, Poseidón el mundo marino y Hades el subterráneo.



La literatura ha concedido un amplio desarrollo a las aventuras amorosas de Zeus, que se unió a muchas divinidades de las que tuvo hijos célebres: las horas y las moiras (de Temis), las cárites (de Eurínome), las musas (de Mnemósine), Apolo y Artemisa (de Leto), etc. De Hera, su esposa legítima, que también era su hermana, solo tuvo a Ares, a Hefesto (solo según algunas versiones) a Ilitía y a Hebe. Con Démeter, otra de sus hermanas, tuvo a Perséfone. Zeus se unió también a muchas mortales y para conseguirlo solía recurrir a las metamorfosis más variadas. Engendró también otros muchos hijos, tanto dioses como héroes: Helena, Pólux, Hércules, Minos...



Júpiter: Hijo de Saturno y Rea. Personificación de la luz y los fenómenos celestes entre los pueblos itálicos, fue asimilado al Zeus griego adoptando su genealogía y aventuras, particularmente la galantes. En Roma se le atribuyeron epítetos culturales. Es el dios Fulminator o Tonans, el que esgrime el rayo. Es también Jupiter Elicius, el que trae la lluvia; el campesino le hace ofrendas y le dirige plegarias antes de la siembra para que sea propicio a la agricultura, ya que Júpiter rige también la fertilidad de los campos. Supremo señor del mundo, es el protector del Estado. Júpiter Fidius es garante de la palabra dada, de la rectitud en las relaciones sociales, la fidelidad de los tratados, el que asegura buenas relaciones internacionales. Júpiter Stator decide la suerte de las batallas y obtiene los trofeos; los generales que habían tenido derecho al triunfo acudían a su templo, en el Capitolio, a ofrecerle su corona y un sacrificio. En efecto, el Capitolio le estaba consagrado y en él se le honraba bajo el epíteto Optimus Maximus. Formaba junto a Juno y Minerva, la llamada "triada capitolina".



Tyr: Tyr (nórdico antiguo: Týr) es el dios de la guerra y batalla en la mitología nórdica, descrito como el hombre de una sola mano. Según la Edda Mayor es hijo del gigante Hymir y de Frilla, en su Edda Menor Snorri Sturluson lo describe como hijo de Odín y de Frigg. Los nombres correspondientes en idiomas germánicos incluyen Tyz (godo), Ty (noruego antiguo), Ti (sueco antiguo), Tiw, Tiu or Tew (inglés antiguo) y Ziu (antiguo alto alemán).



El nombre Tyr significa "dios" (o Hangatyr, el "dios colgado" como uno de los nombres de Odín) y proviene del protogermánico Tîwaz, continuando con el proto indo-europeo Dyeus, originalmente el dios principal, y también el precursor de Zeus en la mitología griega, y de Dyaus Pitar en la religión védica. El testimonio más antiguo de la fuente de este dios es el Tyz godo (Viena cod. 140). En cierto punto, Tîwaz fue sobrepasado en renombre y en autoridad por Odín en las tradiciones germánicas del norte y del oeste. Sin embargo, entre las tribus germánicas del este, él parece haber seguido siendo el dios supremo: los godos del siglo III eran temidos porque sacrificaban a sus cautivos que tomaban en batalla, en honor de Tyz, su dios de la guerra, y después colgaban los brazos de las víctimas en árboles como símbolos de ofrecimiento. Esta costumbre de sacrificio humano parece haber sido transferida a Odín en Escandinavia, según lo divulgado por Adán de Bremen en siglo XI (también Odín mismo cuelga de un árbol en el Hávamál como sacrificio hacia sí mismo).



Es posible que la transferencia de la supremacía de Tyr a Odín fuese facilitada por la costumbre germánica de la diarquía (véase rey germánico, Hengest y Horsa, Yngvi y Alf y Alrek y Eirík), de modo que los dos dioses pudieron haber gobernado el panteón germánico primitivo como seres iguales en cierto punto. Un rastro de su relación se puede considerar en el aspecto de Tyr como hijo de Odín en la mitología nórdica, y también en la anglosajona, si Tiw es identificado con Saxnot (Seaxneat), el 'dios de la guerra' e hijo de Woden, que fue venerado como antepasado de los sajones. Hay evidencia incompleta de un consorte en la Zisa alemana: Tácito menciona una tribu germánica que adoraba a "Isis", y Jacob Grimm señaló a Cisa/Zisa, la patrona de Augsburg, en esta conexión. El nombre Zisa sería derivado de Ziu etimológicamente, en acuerdo con otras consortes al dios principal en los panteones indoeuropeos, por ejemplo: Zeus y Dione.



Según el Edda, en cierta etapa los dioses decidieron encadenar al lobo Fenrisulfr (Fenrir), pero la bestia rompía cada cadena que le colocaban. Finalmente hicieron que los enanos les fabricaran una cinta mágica llamada Gleipnir, de materiales tales como las barbas de una mujer y las raíces de una montaña. Pero Fenrir presintió el engaño de los dioses y rechazó permanecer amarrado con esta cinta a menos que uno de ellos pusiera su mano en la boca del lobo, en señal de buena fe. Tyr, conocido por su gran valor, accedió, y los otros dioses amarraron al lobo. Fenrir sintió que lo habían engañado y mordió la mano del dios. Fenrir seguirá siendo encadenado hasta el día de Ragnarök. Durante el Ragnarok, Tyr matará y será muerto por Garm, el perro guardián de Helheim. Tyr era un dios extrañamente zurdo, si se tiene en cuenta que en ese tiempo estaba asociado con la mala fortuna.



Tyr/Tiw era relativamente poco importante comparado con Odín/Woden en los pueblos germánicos del norte y del oeste. Sin embargo, siguen existiendo rastros del dios, en Tuesday -martes en inglés- ("día de Tiw"), nombrado en honor a Tyr en los idiomas germánicos del norte y del oeste (que corresponden en español a Martis dies -martes, día de marte-, dedicado al dios romano de la guerra, Marte) y también en los nombres de algunas plantas, por ejemplo: del Nórdico antiguo las palabras Týsfiola (Viola Martis latino), Týrhialm (Aconitum, una de las plantas más venenosas en Europa cuyo forma de casco sugiere una conexión guerrera) y Týviðr, "Madera de Tý's", en el dialecto Tistbast de Helsingor, sueco moderno Tibast (el Daphne mezereum, un arbusto que florece antes de que aparezcan las hojas en primavera). El bosque sueco Tiveden puede ser también nombrado en honor a Tyr, o reflejando Tyr como palabra genérica para el "dios" (es decir, el bosque de los dioses).



Conclusiones: Según muchos mitos, los dioses son usurpadores del poder del Creador (véase Crono/Zeus, Júpiter/Saturno, Ahura Mazda/Indra o el caso de El/Baal), para luego introducir su propio panteón. Lo curioso es que ésta pérdida de hegemonía se materializó en la vida real, pues por ejemplo el culto a Crono fue muy minoritario en el mundo helénico, se recordaba el culto de Crono como la "Edad de Oro" en la que la humanidad vivía en el Paraíso en una época muy remota. Por otro lado, los dioses no eran precisamente un compendio de virtudes: usurpaciones, adulterios, asesinatos, violaciones y un largo etcétera. 



¿Eran tan buenos y perfectos los dioses como creían muchos indoeuropeos? No, porque en realidad se trataba de diablos en el más puro sentido de la palabra, la personificación de las pasiones humanas en un ídolo o becerro de oro. Tanto el amor, el sexo, o la guerra entre otras se asociaban a un dios. Queda clara la involución religiosa del hombre en los últimos milenios, hoy día los dioses han mutado, pero siguen existiendo, se hayan en equipos de fútbol, partidos políticos, mercaderes de la fe o incluso en individuos (vivos o muertos) de "buena" reputación que se idolatran inventando su historia. Sin olvidarnos que todo ello no habría sido posible -al césar lo que es del césar- sin la tornadiza y débil fe del vulgo, algo constatable a lo largo de la historia. 


El culto a los dioses extravía y ciega a los hombres de la verdadera esencia del Uno. Son cada vez más los científicos que afirman que existe una inteligencia preclara detrás de la perfección armónica del universo. Hay evidencias de ello en la naturaleza para los que razonan. Solamente al final de la antiguedad algunos filósofos politeístas neoplatónicos empezaron a conceder verdadera importancia a la virtudes y al Uno o Creador del universo (Demiurgo) sobre los otros dioses. Por supuesto esta élite religiosa no representaba al paganismo del pueblo ordinario, que además ya estaban adoptando el cristianismo de forma paulatina e imparable. A pesar de los esfuerzos de la Iglesia católica por destruir las obras de estos filósofos (muchas fueron quemadas o prohibidas) los eruditos islamitas y otros pensadores occidentales pudieron recuperar algunas obras clásicas de Jámblico, Porfirio y Plotino entre otros. Dichas obras fueron fundamentales para el Renacimiento intelectual europeo desde el s.XVI. Aunque para las masas sean personajes desconocidos, la humanidad está en deuda con todos ellos.



Nunca, repito, nunca debe adorarse algo sin tener en cuenta el conjunto, ese ha sido y es el error principal del hombre: El mercader veneraba a Mercurio, el guerrero a Marte, pero ninguno de ellos iba más allá. Si admiramos a un guitarrista por su pericia musical debemos dar importancia a su creatividad o voluntad (ambas regidas por su cerebro) y no a su mano en exclusiva, pues ésta es solo un mero instrumento guiado por su mente. No se trata de creencias sino del más obvio sentido común. La teología es algo más práctico de lo que puede parecer, no se limita a la simple exposición de datos como muchos se empeñan, entraña razonamientos, filosofía y una aplicación a la vida diaria a través de la conciencia. Es digno de alabanza Zoroastro, pues fue el primer hombre -que sepamos- que desenmascaró la naturaleza maligna de los dioses. Mientras los ahura eran espíritus buenos (sirvientes del Creador Ahura Mazda), los daevas pertencían a la familia de los espíritus malos. Por eso se equiparó Satanás (lit. "el enemigo") con el Diablo y con Indra (que es "Dios"). ¡¡Son muchos los disfraces y tretas del maligno!! Los hechos y la etimología le dan la razón a Zoroastro.



Los daevas y los ahuras parecen ser componentes de lo que los griegos llamaban "demonios" (literalmente "el que reparte el destino de los hombres"), pues los había buenos, malos y neutrales o vengadores; en el mundo judeocristiano se llamaron "ángeles", de hecho se usó antiguamente las expresiones "ángel bueno" y "ángel malo" con el mismo sentido que en el zoroastrismo y la religión helénica. Los demonios estaban vinculados al clima y a otros muchos aspectos de la naturaleza y del hombre. Los demonios existen en la mayoría de las religiones del mundo, a poco que se compare su función es la misma y reside en castigar o premiar las acciones (karma) del hombre, y no en ser venerados. Solamente los demonios malignos se prestan a ser adorados por el hombre para extraviarlo, de ahí vienen las leyendas sobre Satanás (el enemigo del hombre) y los ángeles rebeldes que cayeron desde lo alto expulsados por Él, pues se negaron a arrodillarse ante el hombre cuando fue creado.


Rendir culto a los demonios o a sus jefes (dioses o diablos) fue tentador para los antiguos, pues creían que adulando a estas entidades podría mejorarse el destino propio, la misma clase de adulación que seguramente empleaban en la vida diaria con los nobles y poderosos. Grave error que les llevó al servilismo y a la ignorancia. No fueron el Creador, los dioses o los demonios injustos con ellos, lo fueron ellos consigo mismos. El "Fausto" de Goethe es un buen ejemplo del mago que intenta seducir a un demonio (Mephistopheles) para torcer su destino con una vida plagada de lujos y poder a cambio de vender su alma. Ya sabemos como termina la historia y el destino de los "listillos". Afortunadamente los demonios y el Él son como son: las facturas se pagan tarde o temprano.