martes, 4 de marzo de 2014

Demonios: Los árbitros del destino

Mucho es lo que se ha escrito en todos los tiempos y lugares acerca de los demonios, a menudo erróneamente y rara vez con acierto. Para confirmar tal afirmación no hay más que ver el concepto moderno coctelero que se tiene de la palabra. El tópico es que es un espíritu maligno que trata de apoderase de las almas para llevarlas al infierno. Los demonios (o el Demonio) han sido un cajón de sastre muy socorrido para iglesias, sectas, escuelas filosóficas, padres que tratan de amedrentar a sus pequeños, magos, etc.

En la presente entrada no pretendo hacer un estudio detallado sobre la opinión global en la historia del hombre acerca de estas entidades (hay bibliografía de sobra sobre el asunto). Más bien dar respuesta a la simple pero compleja pregunta: ¿qué es un demonio? Y solo a partir de aquí mostrar unos pocos testimonios históricos que tienen coherencia sobre dicha definición. Ya es hora de hacer justicia a los vilipendiados demonios, un servidor al menos lo intentará. Sin más empezamos.

La raíz indoeuropea del vocablo es da- ("dividir"; también tiene el significado de "trozo", "comer", "multitud"). Algunas palabras que se incluyen en la raíz son: "democracia", "epidemia", "daño", "condenar", etc. Con sufijo dai-mon toma el significado en griego "que reparte el destino de los hombres", de este sufijo tomó en latín la forma daemonium y más tarde el castellano "demonio". Así pues en la cultura occidental el vocablo proviene del griego y es allí precisamente donde hay que colocar los cimientos de la investigación.

Para los antiguos griegos cada individuo es portador en su alma de un demonio que le guía y protege a lo largo de su vida. Pensaban que los había benignos (agathodaimon) y malignos (kakodaimon), si bien algunos autores griegos añadían los neutrales (también llamados "vengadores"). Entre los teurgos (sacerdotes-magos paganos de influencia grecoegipcia) los demonios buenos se conocían a veces con el nombre de "demonios divinos" pues pensaban que eran mandados por la divinidad; al contrario que los malignos (capaces de generar cualquier tipo de catástrofe natural) los cuales habitaban principalmente en las regiones sublunares siguiendo sus propios instintos.

Con independencia de su moralidad, para los teurgos existían otros tipos, por ejemplo los "demonios generadores", en mi opinión el nombre que le daban los griegos a los genios. Veamos lo que comenta Jámblico (245-330 d.C) sobre ellos:

Ahora bien, los dioses hacen los signos por intermedio de la naturaleza, que le está sometida para la producción de fenómenos, la naturaleza común y la específica de cada ser, o bien por los demonios generadores, los cuales, presidiendo sobre los elementos del universo, sobre los cuerpos particulares, sobre los animales y sobre todo lo que hay en el mundo, conducen con facilidad los fenómenos como les parece a los dioses. Estos demonios revelan simbólicamente el pensamiento del dios, "sin decir ni ocultar", como dice Heráclito, la predicción del futuro, sino "indicando por medio de signos", pues a través de esta predicción modelan el modo de la demiurgia. Lo mismo que ellos engendran todo por imágenes, así también significan todo por medio de símbolos; y quizás también excitan nuestra capacidad de síntesis hacia una agudeza mayor con el mismo impulso.

Es de notar que en el mundo islámico llaman genios (djinns) a los demonios que poseen a las personas y aquellos de los que se valen los magos. Jámblico añade otro tipo: los "demonios nuncios", posiblemente la versión griega de los ángeles del judeocristianismo:

Entre éstos hay que contar también a los "demonios nuncios", como dice Platón, que anuncian “a los dioses los actos de los hombres y a los hombres los de los dioses”, y elevan nuestras plegarias ante los dioses, como ante unos jueces, manifestándonos, a su vez, mediante los oráculos, los consejos y advertencias de aquéllos.

Porfirio (234-305 d.C) da su versión sobre los demonios en esta otra entradaEn algunos textos herméticos de notable antiguedad se aportan interesantes dados:

De modo que los demonios tienen en su poder el gobierno terrestre en su totalidad a través del instrumento de nuestros cuerpos. El mismo gobierno al que Hermes llama destino. Los demonios sagrados viven en lugares cercanos a los astros. La atmósfera está llena de demonios.

Entre los antiguos había una asociación entre los dioses y los astros, no es coincidencia que la palabra "dios" signifique "brillante". Si los demonios eran mandados por los dioses o los brillantes astros, tiene sentido que habiten cerca de ellos.

Los demonios y el destino: Como vimos en su etimología hay bastante relación entre los demonios y el destino. Veamos un texto de San Isidoro (s.VII d.C) al respecto que no tiene desperdicio:

Dicen que los demonios fueron llamados así por los griegos, como si se dijera "daémonas", esto es "experimentados" y "conocedores de cosas". Tienen conocimiento de muchas cosas futuras, por lo que suelen proporcionar alguna alguna que otra respuesta. Se da en ellos un conocimiento de las cosas mayor que el de la debilidad humana; en parte de la agudeza de su inteligencia más viva; en parte, por la experiencia de su dilatadísima vida; y en parte, por revelación angélica, de acuerdo con el mandato de Dios. Estos en cuanto a su naturaleza, gozan de cuerpos etéreos. Antes de su rebeldía disfrutaban de cuerpos celestes. Pero después de su caída fueron transformado en esencia etérea, y no se les permitió ocupar los espacios más puros de aquel aire, sino otros más tenebrosos, que les sirven de prisión hasta que llegue el momento del juicio. Son éstos los ángeles prevaricadores, cuyo príncipe es el diablo.

En opinión de la Iglesia, los magos y algunas clases de adivinos formulaban plegarias y ofrecían sacrificios en las aras de los ídolos para conseguir de los demonios respuestas acerca del futuro. El poder del destino o hado es tal que al menos en la mitología sumeria y griega los mismos dioses estaban subyugados a él. El hado (en inglés fate) eran palabras habladas que sellaban el destino de cualquier persona, el encargado de pronunciarlas era una especie de adivino llamado fatidicus (fatídico). En algunos textos antiguos (y modernos) se habla del poder para adivinar el futuro de los endemoniados así como el de hablar varias lenguas.

Algunos magos por medio de un pacto demoniaco o dominación espiritual conseguían buena fortuna y riquezas a lo largo de sus vidas, pero al morir debían pagar el precio por retener su destino, pues éste puede ser evitado temporalmente pero al final (como las deudas) la factura acumulada hay que pagarla. En las leyendas el mismísimo Zeus podía retrasar el destino pero nunca evitarlo. Está escrito que todo aquel que pretenda beneficiarse a costa de los demonios acaba mal, pero el hombre es necio y no aprende la lección.

Conclusiones personales: Desde el punto de vista estricto de la palabra, los demonios son entidades energéticas que arbitran el destino de los seres vivos, basándose en las buenas o malas acciones (karma) del individuo. Al tener cada persona un demonio puede afirmarse, en efecto, que cada uno fabrica su propio destino. Los malos demonios se encargarían de los castigos mientras que los buenos de las recompensas. Los demonios no son malos de por sí, es el propio hombre quien genera su mal y el vérdugo o árbitro (en este caso el demonio) cumple la sentencia.


En definitiva los demonios son la herramienta que el Creador emplea para mantener el orden y la armonía en el universo. Aparte de esto, todo lo demás sobre ellos son minucias.



Dedico este trabajo a los demonios, sin ellos solo existiría el caos.

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