Monstruo (antes monstro) es tomado del bajo latín monstruum, alteración del latín monstrum. La raíz etimológica es men-1 (pensar), el sufijo mon-eyo (hacer pensar/recordar algo a uno) se aplica a "monstruo" como prodigio o o hecho prodigioso. Otra palabra con la misma raíz es "mostrenco" que significa: “dícese del que no tiene casa ni hogar, ni señor o amo conocido”.
En la antigua Roma se empleó monstrum para designar a los fantasmas, cuyo diminutivo mostella aparece en el título de una obra de Plauto, muerto en el año 184: Mostellaria, es decir, La comedia del fantasma. El sentido de monstra es poco claro, y los etimólogos de la Edad Media lo relacionan con el verbo monere, “advertir”, y de monstrum, “signo precursor de un acontecimiento funesto”. En el siglo IV, Paladio, cuyo tratado de agricultura se hizo célebre en el Occidente medieval, da como sinónimo de monstra “espíritus nocivos”, y precisa que los campesinos temen la nefasta influencia de los monstra en las cosechas y los animales domésticos.
Como era de esperar veremos a continuación que pensaba el insigne clérigo hispalense San Isidoro (s.VII) sobre los monstruos:
"Monstra" deriva su nombre de "monitus" porque se muestran para indicar algo, o porque muestran al punto qué significado tiene una cosa. Y éste es su significado propio que se ha visto, no obstante, corrompido por el abuso de esta palabra han hecho los escritores. La aparición de determinados portentos parece querer señalar hechos que van a acontecer, pues en ocasiones Dios quiere indicarnos lo que va a suceder a través de determinados perjuicios de los que nacen, como sirviéndose de sueños y de oráculos advierte e indica a algunos pueblos u hombres las desgracias futuras.
Y esto es cosa probada por múltiples experiencias. Así a Jerjes le anunció una zorra, nacida de una yegua, que su reino iba a ser destruído. A Alejandro le pronosticó su repentina muerte un monstruo nacido de mujer: la parte superior del cuerpo era de hombre, pero sin vida; la parte inferior, una mezcla de diferentes bestias, y tenía vida; ello significaba que la parte peor sobreviviría a la mejor. No obstante, los monstruos que se envían como vaticinios no suelen vivir mucho tiempo, sino que mueren inmediatamente después de nacer.
Más tarde añade algunas razas monstruosas como los cynodontes, esteresios, praenumeria, cinocéfalos, cíclopes, gigantes, etc. Sabemos gracias a la ciencia médica que los "monstruos" recien nacidos solo llegan a vivir unas pocas horas como mucho, ésto ya era conocido en época de Isidoro.
La creencia en monstruos no es intrínseca del occidente europeo, multitud de culturas del mundo han creído (y algunas siguen creyendo) en la relación causa-efecto entre el nacimiento de "monstruos" y las catástrofes.
Las traducciones de monstrum en las dos lenguas germánicas muestran que se opera un corrimiento progresivo de la realidad al sueño, pero otras glosas en antiguo alto alemán traducen monstrum por egisa, es decir, “terror, horror”, describiendo los sentimientos que suscitan los aparecidos. Monstrum y gigas indican que los difuntos o los aparecidos son de mayor tamaño de lo que son normalmente, y que anuncian un acontecimiento, a menudo funesto, lo cual puesto que la aparición de un muerto precede mas de una vez a nuevas muertes. El propio DRAE del s.XVIII indica que monstruo es: "por extensión se toma por cualquier cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier linea". También es antigua la noción de "feo en exceso" para monstruo.
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