Bien, a estas alturas ya deberíamos saber que en el mundo grecolatino encantador, goeta y hechicero eran en la práctica sinónimos. Pero falta el vocablo más importante de todos, me refiero a "mago". Esta palabra fue en las glosas medievales sinónimo de encantador, y con razón, pues se trataba de los encantadores oriundos de Persia. La difusión del vocablo "mago" recorrió un largo trayecto desde Persia hasta lugares como Inglaterra (magician) o Galicia (meigas). Pronto veremos el abismo que separa al mago histórico del tópico actual tipo Disney de ancianito con cucurucho y varita mágica.
El término mago tiene como raíz etimológica magh- (poder), así mago significa "el que tiene poder". Entre los antiguos persas la goecia fue mayoritaria desde un principio. La civilización persa tuvo un auge impresionante en épocas posteriores a Zaratustra, el gran profeta. Muchos magos dejaron de ser analfabetos hechiceros tribales para convertirse en cultos e influyentes personajes a nivel nacional: formaron una casta. Este tipo de castas en la sociedad se dio en muchas otras culturas del planeta: mayas, celtas, pueblos bíblicos, etc. Los grecolatinos usaron el término magus para denominar a sus líderes religiosos.
Se cree que el primer mago fue Zaratustra (llamado también Zoroastro), su vida se desarrolló según cálculos no muy seguros entre los años 1000-600 a.C. Fue un profeta revolucionario en el mundo persa. Tanto Zaratustra como sus fieles tenían un comportamiento chamánico. Fueron paralelos a los brahmanes indios en su primera etapa.
San Isidoro (s.VII) comenta sobre los orígenes de los magos:
El primero de los magos fue Zoroastro, rey de los bactrianos, a quien Nino, rey de los asirios, mató en un combate. De él escribe Aristóteles que compuso dos millones de versos, como lo prueban sus volúmenes. Muchos siglos después desarrolló Demócrito este arte, en tiempos en que también Hipócrates sobresalió en el cultivo de la medicina. Numerosas eran entre los asirios las artes mágicas, según testimonio de Lucano:
“¿Quién podrá conocer el destino, consultando entrañas de animales?” ¿Quién por las aves descubrir los hados? ¿Quién observar los relámpagos del cielo y escrutar los astros con la atención propia de un sirio?”
Y así esta vanidad de las artes mágicas, emanada de los ángeles malos, estuvo vigente durante muchos siglos en todo el orbe de la Tierra. Por medio de cierta ciencia de las cosas futuras y de los infiernos, así como por la evocación de estos, se idearon los auspicios, los augurios, los llamados oráculos y la necromancia. Y no hay que admirarse de la reputación de los magos, cuyas artes para presentar prodigios similares a los que Moisés realizaba, transformando varas en serpientes y las aguas en sangre.
Heródoto es una fuente importante para el conocimiento sobre los magos, que pertenecían a uno de los seis clanes de medos. Constituían una casta sacerdotal. Interpretaban los presagios. Su importancia la mantuvieron en la corte aqueménida. Ofrecían libaciones, profetizaban, sacrificaban caballos blancos y otras víctimas. Conjuraban y durante el sacrificio recitaban la lista de los dioses. En tiempos de los monarcas aquemenidas eran sacerdotes del fuego. Un mago medo en una escena de culto ante un altar de fuego se representa en un relieve de Qyz Qapan. Heródoto describe el ritual funerario medo en los siguientes términos:
En cambio, tengo que hablar como de algo oscuro y sin seguridad en lo que a los muertos se refiere; es decir, respecto a que el cadáver de un persa no recibe sepultura, mientras no haya sido desfigurado por un ave de rapiña o un perro. Desde luego, los magos se positivamente que lo hacen así, pues lo hacen públicamente. En cualquier caso, los persas impregnan con cera el cadáver y, después, lo entierran.
De este párrafo se desprende que los medos habían aceptado el ritual funerario de Zaratustra. Los magos medos, cuando Heródoto visitó el Oriente, se diferenciaban radicalmente en el ritual fúnebre de los persas. Del nombre del rey Phraortes se deduce la creencia entre los medos de la supervivencia de los antepasados. Heródoto propone datos interesantes sobre los sacrificios de los magos:
Por su parte, los magos se diferenciaban notablemente del resto de los hombres, en especial de los sacerdotes de Egipto; pues mientras éstos estiman como deber de su clase no dar muerte a ningún animal, a excepción de los que sacrifican, los magos, por el contrario, matan con sus propias manos toda clase de seres vivos, excepción hecha del perro y el hombre, y lo consideran una gran hazaña, pues matan indistintamente hormigas, serpientes y todo tipo de reptiles y volátiles.
Los magos odiaban algunos animales, especialmente a las ratas de agua. Las prescripciones seguidas por los magos se citan en Vendidad. Se menciona la muerte de diez mil tortugas, diez mil ranas, diez mil roedores de granos, diez mil pequeñas hormigas, diez mil gusanos que viven en la suciedad y diez mil moscas. El Vendidad es otra fuente para alcanzar cierto conocimiento sobre la religión meda. Su espíritu es totalmente diferente al de la religión de Zaratustra. Era una adaptación del zoroastrismo al carácter de los magos. Es una obra fundamentalmente legislativa. Cuenta que Ahura Mazda creó dieciséis países y que Arriman intentó destruirlos con diferentes catástrofes.
El Vendidad conserva una lista de demonios desconocidos antes. Uno de estos demonios femeninos se llamó Kunde. Su homónimo era Kunda. Estos demonios pertenecían al antiguo panteón medo, que fue barrido en gran parte por el zoroastrismo, aceptado por los magos. Los viejos dioses medos pervivieron como daevas (genios malignos), al igual que su culto. Los seguidores de estos daevas se reunían a la puesta del sol en los cementerios y celebraban comidas. También se dedicaban a la necrofagia, o comida de los cadáveres, o mejor a la homofagia. Incluso se ha pensado que comían a sus propios hijos, ritual que pervivió en época parta. Se conoce la existencia de una épica mítico-heroica, cantada por un sacerdote poeta. Los magos eran los intérpretes de los cantos sagrados que eran genealogías de los dioses. Los magos partos eran devotos de Mitra y de Zaratustra. Los mandeos se sentían inclinados a la religión de los magos y por ello no sufrieron persecuciones, si bien tomaron pocas cosas de los ritos de los magos. Los maniqueos sufrieron persecuciones de los magos, sin embargo, tenían creencias parecidas a los magos mitraicos y al zervanismo.
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