"Duende" viene del latín
dominus (dueño) y es
contracción de duen de casa.
La raíz etimológica es demd-1 (casa). Con el sentido de "duende"
la palabra es conocida desde al menos el s.XV. Desde el Renacimiento
la palabra ha sido sinónimo de fantasma o demonio menor. Muchas
leyendas comentan que se aparece como un humanoide bajito y con
gorro.
Según Alfonso de
Palencia (1490), los lares eran llamados por los paganos “duendes”.
Para Covarrubias (1611):
Llamanse los
duendes cerca de los latinos geni, larva, lemures, lares y cada
nombre destos les competía por los diversos conceptos que dellos
tenían, nosotros por esta razón los llamamos dueños de casa, y
corrompido el nombre, y truncado decimos duendes.
El padre Benito
Remigio Noydeus decía a sus lectores en 1668:
La experiencia
enseña que hay demonios que, sin espantar ni fatigar a los hombres
(porque Dios no se lo permite ni les da mano para ello), son caseros,
familiares y tratables, ocupándose en jugar con las personas y
hacerles burlas ridículas. A éstos llamamos comúnmente trasgos o
duendes, los franceses los llaman “Guelicos”; los italianos
“Farfarelli”, y los gentiles, supersticiosamente, los veneraban
por dioses caseros, llamándoles Lares y Penates.
El padre
Fuentelapeña en su libro El ente dilucidado (1676) indica la
descripción de los duendes por parte de algunos testigos oculares:
1-Tienen figura
humana
2-Suelen aparecer
con hábitos religiosos.
3-Duermen, pues
se les oye de noche y no de día.
4-Se muestran
especialmente regocijados con los niños, y no así con los mayores.
5-Los duendes
martirizan a los que están dormidos, creándoles pesadillas.
6-Tienen una mano
de estopa y otra de hierro, aunque en esta creencia, Fuentelapeña ve
una metáfora tomada de que unas veces suelen dar más recios golpes
y otras más blandos.
7-Al
final nos da una definición de los duendes diciendo que no es otra
cosa que un animal invisible, o casi invisible trasteador.
El DRAE 1732 dice
de los duendes:
Especie de trasgo o demonio que por infestar ordinariamente las
casas se llama así. Puede derivarse este nombre de la palabra
“Duar”, que en arábigo vale lo mismo que casa. Parecer un
duende: persona que siempre anda escondida, sola o por los rincones,
a semejanza de los duendes, que por la mayor parte habitan en las
casas los lugares menos frecuentados por la gente. Moneda de duendes:
llaman así a las monedas endebles, porque como los duendes, tan
apriesa se ven como se esconden, así las monedas de esta calidad
desaparecen entre los dedos.
El padre Feijoo
(1676-1764) opinaba:
No son ángeles buenos o malos, ni almas separadas de los cuerpos,
sino unos espíritus familiares, semejantes a los lemures de los
gentiles.
Parece que los antecedentes del duende se hallan en los lares
romanos, no solo por las similitudes que nos muestran numerosos
autores, sino por etimología, ya que ambas vocablos contienen
importantes referencias al hogar o casa familiar.
Los lares:
Llamados en singular lar, eran deidades romanas protectoras de
los campos, la “tierra de los padres”, de la familia (Lares
familiares), de las encrucijadas (Lares viales) o de
algunos lugares. Tenían carácter tópico, aunque convenientemente
evocados actuaban también contra los enemigos, se creía que
protegían las propiedades de la pestilencia y la ruina. Eran
venerados ante el fuego doméstico y en la encrucijada donde el
domino familiar entraba en contacto con el de los vecinos. En los
lararios domésticos, los lares familiares eran representados como
jóvenes danzantes que sostienen con una de sus manos una pátera o
una sítula sobre la que derraman el vino que sale de un rython
agarrado con la otra. Visten la túnica praetexta de los niños
y llevan, también como ellos la bulla.
Pero de igual
forma que existían los Lares del hogar doméstico, identificados a
veces con las almas divinas de los antepasados, y Lares familiares
(el Lar familiaris recibía especiales honores del
paterfamilias), también la colectividad pública, es decir, el
Estado, tenía sus Publici Lares y veneraba de forma
particular a los Lares Praetites (protectores) por ser
custodios de la ciudad y del hogar público. Su sede estaba en un
viejo altar, en lo alto de la Vía Sacra, sobre la ladera del
Palatino. El sentido familiar en las áreas menos romanizadas de
Hispania se advierte en que los Lares no eran domésticos, sino Lares
gentilitates, es decir, de una unidad suprafamiliar. Mercurio
era el padre de los lares, mensajero de los dioses (especialmente
Júpiter) y que protegía a viajeros y comerciantes. Los dioses lares
del emperador Alejandro Severo eran Orfeo, Abraham, Apolonio de Tiana
y Jesucristo.
Del noroeste de
la Península procede casi una veintena de inscripciones que tienen
como común denominador el estar dedicadas a los Lares Viales.
Estudiosos diversos han apuntado que bajo esta denominación
específicamente latina (los Lares son divinidades protectoras de la
casa –Lar Familiar con centro cultual en el hogar-, de las
encrucijadas de los campos o de la ciudad, de las murallas de ésta,
de los viajes por tierra y mar), pudiera enmascararse un culto a
dioses indígenas. Scarlat Lambrino señaló que la introducción en
la zona de las deidades latinas se llevaría a cabo a comienzos del
siglo II como medio de asimilación de los numina loci.
Alarçao, Etienne y Fabre, subrayando el carácter céltico de estas
divinidades indígenas, indicaron por su parte que el culto a los
Lares habría sido introducido en época flavia, en un proceso que
conduciría, desde el preciso sentido religioso que los Lares tenían
en la religión romana, a la veneración de unos dioses de contenido
ambiguo y función eminentemente protectora –en la línea operada
asimismo con Genius, Tutela, Fortuna o Numen-; el
análisis de la antroponimia de los dedicantes confirmaría la
transición de una sociedad indígena a otra indígena romanizada.
El conjunto de la documentación ha sido también objeto de estudio
por parte de Bermejo, quien ha indicado que se trata de dioses
indígenas protectores de los caminos, a partir de informaciones
literarias como las de Estrabón (3:37: los indígenas exponían a
los enfermos en los caminos) o San Martín Dumiense (De correctiones
ruticorum 7,17: solían arrojar piedras en determinados puntos de los
caminos como ofrenda a un dios que él denomina Mercurio). Pero nos
interesa más otras menciones en las que los Lares aparecen
acompañados de epítetos indígenas. El conjunto de la
documentación, que abarca otra veintena de epígrafes, constituye
uno de los ejemplos mas interesantes de interpretatio indígena.
Su geografía cultual comprende las regiones portuguesas de
Tras-os-Montes, las Beiras, Minho y Douro Litoral, así como las
provincias españolas de Orense y Cáceres. Los teónimos aparecen
consignados en dativo singular (Sefio, Circeiebaeco, Proeneiacco,
Pemaneieco, Patrio, Coutici, Coutioso, Ocaelaego) o en plural
(Cairensibus, Cerenaseis, Cusicelensibus, Erredicis, Ostianis,
Patriis, Tarmucenbaecis –o Inmucenbaecis- Ceceaecis, Gegeiqis,
Amaecis, Aquitibus, Beflacis, Gumelaecuis, Ormonufis, Varicis),
presentando los epítetos indígenas carácter tópico.
Pero no faltan
las expresiones en genitivo plural indicador del grupo humano al que
protegen; así, la mención de los Lares Callaeciarum en una
inscripción lucense dedicada por Saturninus, liberto augustal de
origen africano, a los Númenes de los Augustos (Septimio Severo,
Caracalla y Geta), Juno y Venus, sus propios Dioses Patrios y otras
divinidades. La mención a estos Lares indígenas se entiende porque
el personaje ejercería el cargo de procurator Asturiae e
Callaecia; un ejemplo ilustrativo, pues, de la interesada
apertura “política” que caracteriza al sistema religioso romano,
que presenta evidencias que, como la de este epígrafe, expresan el
culto rendido por militares o funcionarios a los elementos quiciales
de la religión pública y a los dioses de sus lugares de origen,
pero también a los de las comunidades o zonas en la que
desarrollarán sus misiones.
La directa relación entre los Lares y unos determinados grupos
familiares queda atestiguada en un par de interesantes inscripciones.
Una de ellas hallada en Oliva de Cáparra, Cáceres, se dedica a
Laribus Gapeticorum Gentilitatis; la otra, de Conimbriga,
menciona a los Lares Lubanci Dovilonicorum horum, es decir, a
los “Lares Lubancos de estos Dovilónicos”, de la parte de los
Dovilónicos asentada en el lugar de procedencia del epígrafe.
Seres asociados: Para conseguir más información veraz sobre los duendes debemos estudiar otros espíritus que tengan similitudes con ellos, tanto en actividades como en etimologías.
-El follet: Afortunadamente hay un ser típico del levante peninsular y Baleares llamado follet (denominado en tierras valencianas duendo o donyet) que encaja totalmente con lares y duendes. Follet tiene como raíz etimológica bhel-2 (hinchar) e incluye palabras como: fuelle, holgorio (espacio de tiempo en que se deja el trabajo), holgar (jadear), jorgorio (juerga), etc. A menudo se relaciona el follet con el aire ya que se le considera generador de un extraño viento que se hace muy molesto, de hecho en la comarca del Pallars se llama "fullet" a un viento muy fuerte que durante noviembre y diciembre arranca tejas y dobla árboles. El follet es también conocido en el sur de Francia e Italia (folleti).
En algunas partes el follet es denominado llar de foc (lar de fuego), esa es la razón por la que se cree que viven entre las cenizas de la chimenea. Como vimos anteriormente, es muy antigua la relación entre los lares y el fuego. En la comarca de Lluçanes (Barcelona), cada familia de payeses tenía su follet protector, que cada noche da una vuelta por la casa para comprobar que todo está en perfecto orden, incluso vigila el ganado. En todas las leyendas los follets traen mala suerte a la familia y al ganado si se les maltrata o ignora. Al igual que los duendes, suelen vestir ropas brillantes.
-El etxajaun (señor de la casa) es el duende vasco, normalmente se manifiesta de noche. Son guardianes de la casa y bienhechores, pero como ocurre con los follets, se enfadan bastante si encuentran apagado el fuego del hogar, sucia la vajilla o no se les hace ofrendas.
-El kobold: Otro ser que tiene clara equivalencia con el duende es el kobold (en alemán), kobelos (en griego) o el goblin (en inglés). Todos ellos son el mismo vocablo que procede del alemán kuba-walda (dueño de la casa), siendo la palabra raíz chubisi, vocablo antiguo del alto alemán que significa casa, edificio o choza. Chubisi es semejante al inglés cove o el español "cueva"; raíz keud-2 (hinchar, agujero), del latín cavus (vacío). Nótese que la ráiz etimológica, al igual que la del follet, hace referencia a "hinchar".
El historiador de las religiones Otto Scrader sugirió que la creencia en el kobold deriva de la tradición pagana en deidades domésticas que residían en el fuego de la chimenea. Alternativamente, Nancy Arrowsmith y George Moorse comentaron que la gente creía que los más primitivos kobolds eran espíritus de árboles.
Se acostumbra a tener al kobold
alemán por equivalente del lutin románico. Es seguro que
estos dos individuos presentan muchos puntos en común, y tanto el
uno como el otro sobrevivieron hasta una época reciente en las
tradiciones populares; tanto el uno como el otro, en un momento dado
de su existencia, fueron genios domésticos. Como el kobold ha
sido estudiado muchas veces, simplemente recordaremos algunos puntos
interesantes para nuestro tema. La mas antigua aparición del vocablo
se encuentra en las glosas del otro lado del Canal de la Mancha, en
forma de cofgodas, término que traduce a penates. En
si significa “dios de la casa, de la habitación”, pero el plural
revela que se trata de una entidad indiferenciada. Los romanos adoraban en sus casas a los dioses penates (de penus "despensa"), espíritus que se encargaban de la abundancia alimentaria de la familia. Se les representaba en forma de pequeñas estatuas a las que se les ofrecía alimentos.
-El follet: Afortunadamente hay un ser típico del levante peninsular y Baleares llamado follet (denominado en tierras valencianas duendo o donyet) que encaja totalmente con lares y duendes. Follet tiene como raíz etimológica bhel-2 (hinchar) e incluye palabras como: fuelle, holgorio (espacio de tiempo en que se deja el trabajo), holgar (jadear), jorgorio (juerga), etc. A menudo se relaciona el follet con el aire ya que se le considera generador de un extraño viento que se hace muy molesto, de hecho en la comarca del Pallars se llama "fullet" a un viento muy fuerte que durante noviembre y diciembre arranca tejas y dobla árboles. El follet es también conocido en el sur de Francia e Italia (folleti).
En algunas partes el follet es denominado llar de foc (lar de fuego), esa es la razón por la que se cree que viven entre las cenizas de la chimenea. Como vimos anteriormente, es muy antigua la relación entre los lares y el fuego. En la comarca de Lluçanes (Barcelona), cada familia de payeses tenía su follet protector, que cada noche da una vuelta por la casa para comprobar que todo está en perfecto orden, incluso vigila el ganado. En todas las leyendas los follets traen mala suerte a la familia y al ganado si se les maltrata o ignora. Al igual que los duendes, suelen vestir ropas brillantes.
-El etxajaun (señor de la casa) es el duende vasco, normalmente se manifiesta de noche. Son guardianes de la casa y bienhechores, pero como ocurre con los follets, se enfadan bastante si encuentran apagado el fuego del hogar, sucia la vajilla o no se les hace ofrendas.
-El kobold: Otro ser que tiene clara equivalencia con el duende es el kobold (en alemán), kobelos (en griego) o el goblin (en inglés). Todos ellos son el mismo vocablo que procede del alemán kuba-walda (dueño de la casa), siendo la palabra raíz chubisi, vocablo antiguo del alto alemán que significa casa, edificio o choza. Chubisi es semejante al inglés cove o el español "cueva"; raíz keud-2 (hinchar, agujero), del latín cavus (vacío). Nótese que la ráiz etimológica, al igual que la del follet, hace referencia a "hinchar".
El historiador de las religiones Otto Scrader sugirió que la creencia en el kobold deriva de la tradición pagana en deidades domésticas que residían en el fuego de la chimenea. Alternativamente, Nancy Arrowsmith y George Moorse comentaron que la gente creía que los más primitivos kobolds eran espíritus de árboles.
En Alemania, el vocablo aparece hacia
el siglo XII con la forma kobold, formado a a partir de kobe,
“cuarto”, y el verbo walten, “reinar, dirigir”. Pues
bien, en esa época no designa a un ser viviente de la familia de los
genios, sino a una figura esculpida en madera o hecha de cera, o sea,
una especie de ídolo, a la que en determinados momentos del año se
hacían ofrendas de alimentos. Así pues, el kobold remite a
la tercera función. Es posible, pero difícil de probar, que los
títulos del Indiculus superstitionum (siglo VIII)
concernientes a “simulacros hechos de pan” y otros “hechos de
harina”, se refieran al ancestro del kobold. No resultaría
demasiado asombroso, porque, en la Baja Edad Media, la literatura
clerical –penitenciales y catecismos dedicados a los rustici-
alude a semejantes ritos propiciatorios.
En opinión del poeta alemán del s.XIII Conrado de Würzburg, los campesinos solían fabricar kobolds con madera y cera (e incluso con raíz de mandrágora), para colocarlos luego en las partes altas de la habitación como diversión. La gente creía que el el kobold vivía en el material con que se fabricaba la figura. Normalmente medían entre 30-60 cm., tenían ropas coloridas y largas bocas. La expresión del s.XVII "reir como un kobold" podría referirse a estas bocas enormes de las figuras. Estas efigies se guardaban en cristal o en recipientes de madera. El mitólogo Jacob Grimm ha señalado que su origen se halla en época romana y que las autoridades eclesiales lo toleraban incluso mucho depués de haber sido cristianizada la población.
Se sabe que el kobold
fue totalmente asimilado a los enanos y que incluso dio su nombre al
cobalto porque los enanos tienen fama de gobernar el mundo
subterráneo. Desde el siglo XVI, al otro lado del Rin, un nuevo
nombre de los enanos es “mineros”, en plural Bergleute. La
historia del kobold, aquí muy esquematizada, es instructiva:
permite comprender como de la realidad –a saber, un culto doméstico
que buscaba atraer a la casa la prosperidad- se pasó a temas
fabulosos de cuentos populares. Tal fue la suerte de la mayoría de
las criaturas del paganismo popular. Abandonaron el ámbito de lo
real para entrar en el de las ficciones, pero, mas allá de toda
transformación, toda fabulación y toda literarización, prueban la
existencia de una cultura precristiana o extracristiana que se
mantuvo largo tiempo en medio rural y cuyas huellas afloran un poco
por todas partes.
¿Entraron estos individuos en la
literatura de diversión porque se empezaba a verlas con
distanciamiento y a no creer ya en ellas? Es posible. Pero hay otra
explicación igualmente plausible: los poetas pudieron tomar de la
realidad algunos temas porque veían el partido que podían sacar de
ellos. ¿Y acaso ponerlos en escena en aventuras fabulosas y
maravillosas no podía ser un medio de extirpar las creencias
correspondientes a estas criaturas, sugiriendo al público que no
eran mas que invención? Esta explicación tiene nuestro apoyo, pues
descansa sobre una constatación simple: en Alemania, el kobold
no se encuentra prácticamente más que en el fabliau, no en
la alta literatura.
En el centro de todas las creencias
correspondientes a la tercera función, está omnipresente el morir,
y todo el resto se articula en torno a esta noción fundamental. ¿No
es sugestivo ver que en Noruega se decía que toda granja tenía su
genio tutelar, llamado gardsvor, literalmente “el guardián
del dominio”? Esta creencia adquiere todo su sentido si la
relacionamos con lo que se cuenta en aquel mismo país: un campesino
ofende a un genio del lugar (genius loci), y el narrador
observa: “No debiera haber hecho eso, pues ese genio es el espíritu
del hombre que por primera vez roturó el lugar en el que se alza la
casa”.
-El trasgo: No podía faltar el trasgo español. Como vimos y ahora comprobaremos, es el más equiparado al duende por los autores renacentistas.
-El trasgo: No podía faltar el trasgo español. Como vimos y ahora comprobaremos, es el más equiparado al duende por los autores renacentistas.
Según Torquemada
(s.XVI):
Los trasgos no
son otra cosa que unos demonios más familiares y domésticos que los
otros, y así parece que algunos no salen de algunas casas, como si
las tuviesen por sus propias moradas, y se dan a sentir en ellas, con
algunos estruenos y regocijos, y con muchas burlas, sin hacer daño
ninguno: que aunque yo no daré testimonio de haberlo visto, he oído
decir a muchas personas de crédito que los oyen tañer con
guitarras, y con cascabeles, y que muchas veces responden a los que
llaman, y hablan con algunas señales y risas, y golpes.
Para Covarrubias
(1611):
El espíritu
malo que toma alguna figura humana o la de algún bruto, como es el
cabrón, y así pienso de haberse dicho de tragos hircus, o se dijo
trasgo a transuertendo, porque dicen que suele revolver las cosas y
los cachivaches (trastos) de casa, particularmente los vassares y
espeteras. Vide verbo duende. Trastear es andar revolviendo trastos
viejos.
Según el DRAE de
1739:
Demonio casero
que de ordinario inquieta las casas, particularmente de noche,
derribando las mesas y demás trastos, tirando piedras sin ofender
con ellas, jugando a los bolos y con otros estruendos aparentes que
desvelan a los habitadores. Viene del griego “tragos” que
significa “cabrón”, por ser esta forma en la que se les ha visto
algunas veces. Comúnmente se llama duende. Latín larva y lemur. Por
semejanza se llama al muchacho vivo y enredador. Trasguear es fingir
o imitar el ruido, juguetes y zumbas de los duendes o trasgos de cuya
voz se forma, tiene poco uso. Trasguero es el que imita o finge las
burlas, juguetes o acciones de los trasgos o duendes, es voz
inventada y voluntaria.
Para Lisón
Tolosana el trasgo tiene los siguientes rasgos en Galicia:
-Maligno y
temido.
-Comete excesos
principalmente aunque también se asocia a sexo, capricho, burla,
travesura, impotencia. Nunca causa pesadillas.
-Como rasgo
positivo se le considera alegre y dinámico.
-Se manifiesta
principalmente en forma de luces, ruídos o voces. Es nocturno, suele
aparecer en forma de crines de caballo, de niño o animales.
-Suele ser visto
principalmente en árboles, aunque tambien con menor frecuencia en
molinos, ríos, caminos y cocinas.
Un trasgo es en Galicia según algunos lugareños “un gato que
crece y crece”, “una sombra negra enorme”, “un cordero
enorme”, “vaca enorme”, “hombre alto, alto”, “mujeres
enormes”. Según Jesús Rodríguez López (1910), cuando en Galicia
se halla pescando un pescador y se posa un pajarito en la cruz de la
red llamada vergel, dicen que es el trasgo y augura mucha fortuna en
la pesca de aquella noche. Los trasgos no soportan que esté apagado
el fuego del hogar. Una de sus bromas favoritas es convertirse en pelotas luminosas y persiguir a los peatones que se encuentran por los caminos al anochecer.
El origen de la palabra trasgo es dudoso, para Corominas podría
tener origen en el antiguo verbo trasgeer (hacer travesuras),
aparece en el s.XV. A pesar de que cuadra con las actividades de los
trasgos no termina de convencerme. Tras estudiar a fondo al trasgo y
su íntima relación con el duende, me decanto por abreviación de la
palabra "trashoguero". ¿Qué significa este término tan
antiguo? Es una losa o plancha que está detrás del hogar o en la
pared de la chimenea, para su resguardo. También es leño grueso o
tronco seco que en algunas partes se pone arrimado a la pared en el
hogar, para conservar la lumbre. Es formado de la preposición tras y
el nombre hogar.
Todos estos datos fragmentarios acercan bastante el trasgo a los
duendes y al follet. Es de remarcar su íntima asociación con el fuego, las
travesuras infantiles, el hogar y la madera. Me temo que es mismo perro con distinto collar.
Separando el trigo de la paja: Muchos siglos han transcurrido
desde que la palabra "duende" se puso en boga, a esto hay
que añadir que la Iglesia cristianizó a los duendes dándoles un
papel ridículo y grotesco que nada tenía que ver con los lares
romanos ni con sus fines religiosos originales. Hoy día mucha gente
cree saber sobre duendes, e incluso publica libros sin tener la más
pajolera idea: se habla de duendes de las cuevas, duendes de las
montañas, seres elementales ecologistas y otros disparates o
vanidades que no vienen al cuento.
En muchas culturas paganas antiguas existieron espíritus del hogar
que convivían con la familia, seres espirituales que según cuentan
las leyendas colaboraban en las tareas domésticas y a los que se les
rendía culto en lugares específicos de las casas (lararios),
algunos de estos pueblos enterraban a sus muertos en la misma casa.
Es en este campo donde el lector debe buscar información y
conexiones con los duendes. En España muchos seres son tildados de
duendes sin serlo.
Cuando el paganismo desapareció por completo de la mente de la
población, los lares se convirtieron en duendes o fantasmas que ya no recibían culto.Vale la pena
apuntar que "casa enduendada" era sinónimo de "casa
encantada" en el Renacimiento. Todos hemos oído hablar alguna
vez de los fenómenos "polstergeist" (espíritu ruidoso)
que se dan en algunas de estas casas. Es curioso observar que los
hechos paranormales se repiten en el mismo lugar con el transcurso
del tiempo: movimiento de objetos (telequinesia), apariciones,
ruídos, voces extrañas, desapariciones misteriosas, etc. La fenomenología se acrecienta e incluso es hostil cuando los intrusos cambian el mobiliario o hacen obras en la casa. No parece gustarle a los duendes que les trastoquen su hogar.
Actualmente, estos sucesos se asocian habitualmente a espíritus de difuntos que habitaron el lugar en cuestión y que se niegan a abandonar "su" hogar. No es extraño su asociación con los fantasmas, pues en sí mismo el término "duende" se refiere al ser inmaterial que habita una casa la cual tiene por propia, ya sea bueno, malo, niño, anciano, hombre o mujer. También suele achacarse el encuentro o la acción de estas entidades a extraterrestres o peligrosos demonios, sin embargo un campesino de la Antiguedad o la Edad Media no dudaría en pensar que se trata de alguna "bromita" de un duende o similar.
Actualmente, estos sucesos se asocian habitualmente a espíritus de difuntos que habitaron el lugar en cuestión y que se niegan a abandonar "su" hogar. No es extraño su asociación con los fantasmas, pues en sí mismo el término "duende" se refiere al ser inmaterial que habita una casa la cual tiene por propia, ya sea bueno, malo, niño, anciano, hombre o mujer. También suele achacarse el encuentro o la acción de estas entidades a extraterrestres o peligrosos demonios, sin embargo un campesino de la Antiguedad o la Edad Media no dudaría en pensar que se trata de alguna "bromita" de un duende o similar.
Por lo que comentan las leyendas muchos duendes son bromistas y
juguetones como niños. Y hablando de niños... En Japón el
Zashiki-warashi era el fantasma de un niño, a menudo más
travieso que peligroso. Se creía que podía habitar en casas viejas
trayendo suerte a sus habitantes, especialmente si éstos eran
conscientes y amables con su presencia. En caso contrario traía mala
suerte. En todas partes cuecen habas. En definitiva los dioses penates, los lares y los cofgodas (dioses de la cueva) eran difuntos que recibían culto entre los paganos de la antiguedad y la Edad Media. Fue a partir del s.XIII cuando la mayoría de la población, ya cristianizada, dejó de creer en ellos y pasaron a convertirse en duendes, kobolds y almas en pena. Las palabras cambiaron a la misma vez que las creencias.
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