Mucho es lo que se ha escrito acerca
del bien y el mal. Todo el mundo parece conocer de modo intuitivo lo
que es beneficioso y lo funesto, se observa que cada cual tiene una
opinión al respecto dependiendo de su experiencia, edad, moralidad y
creencias. Intentaré desgajar lo cierto de lo incierto para lograr
llegar a una conclusión fiable. Es un tema aparentemente fácil, sin
embargo pronto veremos que una inmensa mayoría de la población
desconoce lo que es realmente bueno o malo, y ello influye de modo
negativo en su vida personal y en la de los que lo rodean.
"Bien" tiene como raíz
etimológica deu-2 (hacer, manifestar). Palabras extranjeras que se
hallan en la misma raíz son el sánscrito dúvas "regalo"
o el irlandés antiguo den "eficiente". Del latín
bonus tenemos el castellano "bueno", "bono"
(título de la deuda, vale para cambiar por algo) y "abonar"
(fertilizar). Del latín bene tenemos "bien",
"bendecir", "behetría" (población cuyos vecinos
tenían derecho a elegir a su señor, las behetrías recibían como
señor a quien les hiciera más bien), "beneficio",
"benévolo", "benigno" y "bienhechor".
Del latín bellus proviene "bello", "beldad";
y por último del latín beo (hacer feliz, satisfacer) viene
"beato". A grandes rasgos lo bueno es algo eficiente, que
produce felicidad y que mejora sobremanera allá donde se aplica.
Propiamente hablando lo bello es característico de lo bueno. Lo
bello es algo atractivo que nos provoca en principio más o menos
alegría.
Por el contrario, "malo"
viene del latín malus. Su raíz etimológica es desconocida,
pero es claro antónimo de lo bueno. Palabras derivadas son: "mal",
"maldad", "maleante", "maleza",
"malicia", "maleficio", "maligno",
"maléfico", etc. Al ser lo malo opuesto a lo bueno se
trata obviamente de algo ineficiente, que provoca desgracia y que
empeora (al menos a largo plazo) lo que toca allá donde aparece. Lo
feo está íntimamente ligado a lo malo, de hecho desde siempre se ha
identificado lo feo con lo malo, por ejemplo brujas o monstruos.
Todos sentimos cierta repulsión instintiva ante lo feo, nadie puede
negarlo. Una vez expuestas las definiciones vamos a intentar hacerlas
coincidir, en la medida de lo posible, con el mundo real para que no
quede cabo sin atar. Tomaré como ejemplo al ser humano para
diferenciar de forma clara el bien del mal.
Nadie es absolutamente bueno o malo. El
bueno puede mentir y el malo decir la verdad, aunque no sea lo
frecuente en ellos. El ser humano tiene cuerpo y por ello es pasible: el bien
y el mal son parte de su esencia. Para lograr concordia espiritual, muchos perversos compensan sus maldades con buenas acciones, pues de no hacerlo se autodestruirían. Todos las almas buscan la
felicidad, lo que las diferencia es el modo de hallarla. Hacerse adepto a una religión puede ser un modo de encontrar el bien, pero no todos los adeptos lo logran, ya que el hábito no hace al monje. Se trata de una tarea personal y espiritual. Dicho esto,
creo que existen tres clases de personas: la buena, la común y la
mala.
-El hombre bueno es aquel que busca con
ahínco la felicidad a través de la eficacia y el sentido común,
evitando que sus pasiones, filias y fobias le alteren la verdadera
realidad del bien. Si sabe que haciendo deporte mejora su salud de
forma notable, no dudará en practicarlo aunque la pereza o el
prójimo traten de evitarlo. La disciplina le es fundamental.
-El hombre común busca la felicidad
mezclando lo placentero con lo correcto. Este hombre piensa más con
el corazón que con la cabeza. Su concepto del bien es incompleto: en
su subconsciente sabe lo que es bueno y trata de acercarse a ello,
pero le falta la voluntad necesaria para alcanzarlo. Practicará
deporte a intérvalos pues ese es su concepto del bien, por ello su
salud no será tan buena como la del hombre bueno.
-El hombre malo busca la felicidad en
lo placentero, piensa con la barriga. Para él lo placentero es
sinónimo de bueno: robar a alguien es un método fácil y rápido
para conseguir el bien; violar a una bella mujer es tan placentero
como bueno; irse de copas es mucho más bueno que hacer deporte. Una
vida así solo puede causarle problemas antes o después. Nunca
llegará a entender del todo por qué se halla en una cárcel o su
salud es débil, pues su confusión respecto al bien es enorme. La
culpa nunca será suya sino de la sociedad, la cual le tienen manía.
Es sumamente indisciplinado.
Nadie nace bueno y para llegar a serlo
hay que pasar previamente por lo malo y lo neutro. Solamente cuando
se asume que el mal nunca beneficia y que el bien nunca perjudica el
individuo se hace realmente bueno, pues entonces comprende que es él
el primer beneficiado. Antes bien, afirmo que el bien es pura
sabiduría, ¿qué es saber sino conocer lo beneficioso y evitar lo
nocivo? Pocos son los sabios o buenos y bastantes los ignorantes o
malos. No todas las personas, ni mucho menos, logran hacerse buenas a
lo largo de sus vidas. Para su desgracia muchas de ellas se quedan en
el escalón intermedio o bajo de la bondad. Suele ocurrir que las
personas malas (aquellas que se perjudican) tienen una vida más
corta que las buenas, es ésa la razón por la que los antiguos
temían bastante a los fantasmas de los muertos prematuros. Es rigurosamente falso el tópico de que el bueno sufre y el malo disfruta, pues tiene el vulgo un concepto erróneo (influenciado por la sociedad y/o religión) sobre el bien y el mal.
Por lo que respecta a la belleza decir
que las apariencias pueden engañar. Si algo parece bello pero
posteriormente comprobamos que es perjudicial, no podemos decir que
sea realmente bello. Muchas veces sucede que una persona o una
canción no nos atrae inicialmente, sin embargo más tarde sentimos
que era más bella de lo que pensábamos: fuimos engatusados por las
apariencias. En definitiva lo verdaderamente bello no puede ser malo
ni lo verdaderamente feo bueno. La maldad suele darse durante la
infancia, pues es una etapa de aprendizaje en la que no se distingue
adecuadamente lo bueno de lo malo. Además la debilidad y cobardía
propia de los niños les impide ser realmente buenos, pues el bien
requiere fortaleza, experiencia y disciplina para poseerlo. Los crios
necesitan el apoyo constante de alguien para aprender y evitar ser
dañados. Siguiendo este razonamiento las mujeres tienen más
difícil, dada su debilidad, llegar a alcanzar la bondad. Aquellas
que lo logran son dóblemente dignas de alabanza y verdaderamente
bellas. Todos debemos respetar y apoyar especialmente a la mujer fuerte. Debe evitarse censurar de modo inquisitorial un comportamiento malo, pues todos hemos sido malos para aprender.
Los inquisidores desconocen el alma humana, porque sin conocer el mal no puede alcanzarse el bien. La propia vida se encarga de castigar los males de cada uno, nosotros no podemos guiar a los que no quieren escuchar, cada cual es libre de elegir su propio destino.
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