miércoles, 28 de marzo de 2012

Larvas


Larva es palabra con origen etimológico desconocido, procede claramente del latín "lar" (hogar) los cuales eran los dioses familiares o el hogar doméstico. Para los romanos, los lares eran los espíritus benévolos de la familia, que encantaban y protegían el domus o casa de la familia y las larvas eran las almas sin descanso terroríficas de los hombres malvados. Pero la idea más corriente era creer que larva y lemur eran sinónimos.



Aunque se desconozca la raíz, larva tiene multitud de significados en latín:



-Fantasma, espectro.

-Máscara de fantasma.

-Esqueleto.

-Voz injuriosa.

-Larvarum plenus: furioso, presa del delirio.

-Larvalis (adj): espectral.

-Larvonare: Embrujar, hechizar.

-Larvaciti: Poseído por una larva



Y en español:



-Fantasma o espectro.

-Máscara o disfraz (DRAE 1803).

-Animal en estado de desarrollo, cuando ha abandonado las cubiertas del huevo y es capaz de nutrirse por sí mismo, pero aún no ha adquirido la forma y la organización propia de los adultos de su especie.

Larvado: Disfrazado.

Larval (DRAE 1803): Lo que pertenece a la larva.



Con respecto a la acepción "máscara" comentar que los romanos tenían en sus casas máscaras que representaban los antepasados de la familia. La locura parecía un rasgo común en las larvas, pues se creía que un tipo de espíritu loco llamado "manía" era la madre de las larvas. Para Apuleyo las larvas o almas de los hombres perversos no tenían morada.



A comienzos del siglo XII, en el Summarium Heinrici –obra que da en antiguo alto alemán la traducción de términos latinos sacados de las Etimologías de Isidoro- encontramos un curioso comentario de mania, “espectro”, palabra rara, esencialmente conocida por una obra de Novo (siglo I) titulada Mania medica (el espectro médico). El redactor del Summarium, en efecto, escribe: “Aparecido, es decir, alienado” (mania i. insanie). La observación es a primera vista sorprendente y merece comentario. Según Ebrio Flaco (siglo I), Manía era la madre o la abuela de las larvas, nombre genérico de los mal muertos y de los aparecidos. Las glosas latinos de la Antigüedad comentan el plural maniae como “personas deformes, espíritus terroríficos”. Asimilado a larva –Marciano Capella escribe: larvae ac maniae-, el término no desaparece por completo y lo volvemos a encontrar en A. Cornelio Celso, médico contemporáneo de Tiberio, pero es cada vez menos frecuente. En este último sabio, nos enteramos de que insania designa las enfermedades mentales en general; pues bien, los antiguos consideran que éstas son un castigo de los dioses, y creen que, la mayoría de las veces, el alienado está poseído por una fuerza invisible, en este caso una larva.




Según San Agustín (s.V):



Dicen los platónicos que las almas de los hombres son demonios, y que de los hombres se hacen lares, si tienen buenos méritos; lemures o larvas, si los tienen malos; y, en cambio, se hacen manes si es incierto tengan buenos o malos méritos.


En opinión de San Isidoro (s.VII):



Son los demonios que inicialmente eran hombres y se convirtieron en demonios por sus maldades. Cuentan que su cometido es aterrorizar a los niños y aullar por los rincones tenebrosos. Hay quien piensa que provocan la epilepsia.



Es importante la definición de Isidoro porque da rasgos fundamentales de las larvas que nos serán de gran utilidad posteriormente. No queda ahí la información aportada por el sabio hispalense, pues decía que la gente suele llamar lunáticos a los epilépticos porque el ataque de los demonios insidiosos estaba relacionado con el curso de la luna. Los lunáticos son personas poseídas por larvas (larvaciti o posesos). Pensaba que la epilepsia (también llamada "mal caduco") se produce en la fantasía del cerebro. Actualmente lunático es un loco que muestra su demencia a intervalos.



En las glosas medievales europeas, larva equivale a draugr, pero también a íncubo, troll y ephialte. Según algunos clérigos medievales, lemur es un lar que posee un cadáver, pero también los definen como demonios nocturnos. Lemur y larva tomaron el mismo significado en la Edad media. Los aparecidos van siendo relegados poco a poco al ámbito de la brujería, y ya en el siglo XI, al otro lado del Rin, hay una glosa que comenta así el término larvae: “Llamamos larvas a las sombras o demonios hechos de hombres, es decir, aparecidos” (señalemos de paso que en inglés antiguo existe todavía gedwimor, que designa a los fantasmas; las glosas lo dan para los lemas latinos fantasma, fantasía, nebulo y necromantia), y la traducción propuesta es dalamascha, donde volvemos a encontrar masca, “bruja”. Todos estos datos serán cruciales para establecer equivalencias entre la larva y otros espíritus que seguramente eran mismo perro con distinto collar.



El scrat: Es el nombre que se usó en el norte de Europa en lugar de larva. En el primer registro, scrat (gritón) traduce la noción de difunto maléfico y aparecido (larva, monstrum), acepciones a las que, del siglo IX al X, se añade la noción de máscara, masca –vocablo que significa también “bruja”- y thalamasca. Este último término es revelador de la naturaleza profunda del gritón: gracias a Ingemar de Reims (m.882), sabemos que thalamasca designa una especie de máscara que se llevaba en unas mascaradas que se celebraban en los aniversarios de los difuntos.



En el siglo X, en Inglaterra, scraette, hoy scrat, “lutin”, se da por “necromancia, aparecido” y “fantasma”, y cien años más tarde se añade el significado de “pesadilla” (ephialtes), lo que confirma las muestras alemanas de la misma época, que lo convierten en íncubo o íncuba, un espíritu que se te echa encima. En el siglo XI, a ambos lados del Canal de la Mancha, el gritón es también un brujo que practica la magia negra, nigromancia, deformación de necromancia, la adivinación por medio de los muertos, y el gritón practica la ilusión y la prestidigitación. Los elementos de ese primer registro justifican la presencia, en el folklore, de gritones que no son otra cosa que muertos prematuros, personas asesinadas o muertas por accidente, en una palabra, todas las categorías de difuntos que se convierten en espectros, en aparecidos.



Hasta una época reciente, el Schrat, en Alemania, se consideraba que era un niño muerto sin bautismo o un difunto de la familia, y que se cuenta la coincidencia. Este sentido también está documentado en el siglo XV, en que el poeta Hans Vintler escribe: “Mucha gente piensa que el Schrat es un niño pequeño, tan rápido como el viento, y un alma en pena”. Esta relación del gritón con la muerte surge también en una curiosa superstición anotada en Carintia: allí, Schrat es el nombre de la carcoma, y tiene por sobrenombre “martillito de los muertos”, pues oírlo significa que se acerca la hora de la muerte de quien lo oye.



Pasemos al segundo registro. En las glosas, Schrat se define a veces como “mal lar”, es decir, como mal genio doméstico, y los lares, como todos sabemos, son también buenos muertos elevados a la categoría de divinidades tutelares. Si damos por buena la lectura del único texto en que el Schrat ocupa un papel prominente, El pequeño Schrat y el Oso polar (siglo XIII), constatamos que tiene los rasgos de un lutin, de un duende que habita en una casa rural. Pero en 1460, Michael Beheim reproduce una opinión muy extendida entre sus contemporáneos y dice: “Mucha gente cree que cada casa tiene su pequeño schrat que trae la fortuna y aumenta el prestigio de quien lo honra”. ¿Cabe mas claridad? En 1482, un vocabulario latín-alemán traduce penates por schrat. El carácter tutelar y doméstico de este individuo está bien establecido.



Veamos el último registro. Entre el siglo IX y el XIII, Scrat se da por “fauno, íncubo, Piloso, monstruo/espectro, hombre de los bosques” –tal vez equivalente, aquí, de “hombre salvaje”-, “isleño” y “sátiro”. En un documento del siglo XI, incluso es sinónimo de alp, o sea, “elfo, pesadilla”. A los lemas faunus y satirus corresponde el compuesto waltscrat, “El gritador de los bosques”. En los cuentos populares, nuestro amigo ya no es más que una especie de enano. Es sorprendente, reconozcámoslo, ver que un mismo individuo posee tantos papeles, facetas disntintas –muerte, simulacro de difunto, espíritu campestre y silvícola, brujo, pesadilla-, pero, si lo miramos más de cerca, solo el último registro contrasta verdaderamente con el conjunto. En efecto, difuntos y genios domésticos corren parejas en las creencias de la Alta Edad media, cosa normal puesto que durante mucho tiempo se inhumaba a la gente en su propia casa.



Así pues, no debemos dejar que nos despisten los epítetos negativos que utilizan los clérigos en sus comentarios. Se explican por la diabolización del Schrat –demonización que tiene siete vidas, puesto que hoy, en Inglaterra, al diablo se lo llama Old Scratch-, así como por toda una serie de corrimientos y de emparejamientos abusivos.



Relatando un suceso anterior a 1135, Hugo de Mons utiliza faunus para un ser que se compartaba así:



A menudo se divertía a expensas de la gente asombrada e incrédula con pedazos de vajilla o con algún otro tipo de objeto asqueroso. A menudo, con pedradas repetidas y como lanzadas por una fuerza hercúlea, golpeaba el tejado y las paredes de la casa y, sin que lo viesen, desplazaba de un lugar a otro entablados, cojines, bandejas, copas y cántaros. Encendía candelas con un fuego distante y, mientras se cocían los alimentos, o cuando los ponían sobre la mesa, metía en ellos, a escondidas, asquerosas bolas de grano o de ceniza.



¡Ese no es el comportamiento de un fauno! Además esta criatura es invisible, se comporta como un lutin (carácter travieso) y como un espíritu golpeador (pedradas). Prosigamos el hilo del relato:



Mandan llamar a sacerdotes que exorcizan la casa con abundante agua bendita y conjuran al espíritu para que se ponga a hablar: dice que se llama Garnier y que es el difunto hermano del propietario del lugar. Añade: “¡Ay de mí, porque cuando venía de tierras lejanas, y con cuántos peligros, sufrí tormentas, nevadas y frío! ¡En cuántos fuegos he ardido y cuántas interperies he soportado para venir aquí¡ Nicolás, hermano mío, cuñada mía, sobrinos y demás amigos, nada temáis, pues no se me ha concedido el poder de causar mal a nadie; pero proteged vuestra frente y vuestro corazón con la señal de la cruz, porque vinieron conmigo malvados tropeles, ávidamente deseosos de hacer el mal, y conmigo partirán. Para que alcance a separarme de su pernicioso camino y para que goce plenamente del reposo eterno, haced celebrar mañana una misa en honor del Espíritu Santo, y también otra por la salvación de los fieles difuntos...



¡Maravilloso texto, admirable reflejo de las creencias de antaño! El fauno es aquí un espectro: las pedradas son una de las formas del lenguaje de las almas del purgatorio o de los difuntos sin sepultura. Este espectro se comporta también como un lutin. No cabe ninguna duda de que faunus resulta totalmente inadecuado y recubre otra noción, otro vocablo de la lengua vernácula, pero, ¿cuál? La figura del fauno en la Edad Media no se ha estudiado nunca, por eso señalaremos una extraña leyenda que cuenta el Liber monstrorum, cuyo manuscrito más antiguo data del siglo IX:



Los faunos nacen de los gusanos que han visto la luz entre la corteza y la albura; luego, descienden a tierra, cobran alas, las pierden a continuación y se transforman en hombres de los bosques.



Comparemos este nacimiento con el de los enanos de la mitología germánica: primero eran larvas en el cuerpo del gigante Ymir... Agregaremos que faunus, como satyrus, es el nombre de una mariposa, la esfinge (acherontia atropos), y que también Schrat es el nombre de una mariposa. Un misterio más... (la mariposa esfinge tiene dos especies: una de la vid y la otra ataca la patata, es grande y muy coloreada, tiene costumbres nocturnas y a menudo presentan un cuerno caudal).



Según Filóstrato (ss.II-III), una aldea de Etiopía, frecuentada por el fantasma de un sátiro, loco por las mujeres (a dos de las cuales había matado ya, desencandenando el terror entre la población), recurrió a los servicios del mago Apolonio de Tiana, quien ordenó escanciar cuatro ánforas de vino en el abrevadero en el que bebía el ganado:



Apolonio llamó al sátiro, invocándolo por medio de un conjuro secreto, y éste no se dejó ver aún, pero el vino bajó de nivel, como si fuera bebido. Y cuando el sátiro hubo acabado de beber, dijo Apolonio: “Hagamos la paz con el sátiro, pues está dormido” y dicho esto, llevó a los aldeanos a una gruta de las ninfas que distaba apenas a un pletro de la aldea, les mostró al sátiro que estaba durmiendo y dijo que se libraran de golpearlo o injuriarlo. Ahora han cesado sus insensateces.


Puede el lector comprobar lo polifacético de la larva y su equivalente el scrat, no ha sido nada fácil cazarlo y clasificarlo convenientemente. Con el transcurrir del tiempo y la cristanización casi total de la Europa rural en el s.XV, este ser que tanto respeto causaba a los campesinos, pasó a convertirse en algo esperpéntico que solo servía para amedrantar a los niños o como protagonista grotesco de algunos cuentos. No me cabe duda que en España algunos asustaniños como el bu, la bubota, el papu o la paparresolla, debido a sus características, proceden de las larvas. Pero eso es historia para otro día...


El Basajaun: Basajaun significa en euskera "señor salvaje" o "señor de la selva". En Aragón es denominado basajarau, bonjorau, bosnerau o señor salvaje, tiene figura humana y de alta estatura, con el cuerpo cubierto de pelo y un pie de forma circular. Es el genio protector de los rebaños. A veces se le representa como un genio maléfico, aunque en varias leyendas se le señala como el primer agricultor que enseñó a los hombres el cultivo de los cereales, la invención de la sierra, del molino y del modo de soldar el hierro. Según las leyendas habita en un bosque de Irati con su compañera llamada Basa Andere, la señora salvaje, aunque su presencia se confunde a veces con las lamias y las sorguiñas. En los bosques pirenaicos aragoneses se le considera un genio protector contra las alimañas y las tormentas. 


Las ovejas indicaban su presencia con una unánime sacudida de cencerros. Cuando se acercaba una tempestad o los lobos, daba gritos y silbidos en la montaña para prevenir a los pastores. A cambio, los Basajaun reciben como tributo un trozo de pan que recogen mientras los pastores duermen. Es un personaje similar a los encontrados en todo el continente Euroasiático en forma de yetis y demás "hombres del Bosque". Es el basajaun, seguramente, la versión española del scrat u "hombre salvaje" que tanto gustaba gritar.


Un caso real: En su libro "Enigmas sin resolver", Iker Jiménez relata un caso de una familia afectada por una especie de larva, no parece tratarse de un fraude, pues hay documentos oficiales de la policía que atestiguan fenómenos paranormales en la casa.

Ocurrió en la casa de la familia Gutiérrez Lázaro ubicada en Vallecas un barrio céntrico de Madrid. Los hechos comenzaron con una frase que pronuncio el convaleciente padre de Concepción Lázaro que acurrucado en su cama y de una manera agresiva le dedico estas palabras a su hija: "Te haré mucho daño en la vida...."

Unos días mas tarde la hija de los Gutiérrez, Estefanía comenzó a practicar el "juego" de la ouija con sus amigas de clase, esto le provoco un cambio de carácter y no se sabe si debido a eso empezó a sufrir convulsiones que los médicos denominaban patologías epilépticas.

Una de las tantas veces que practicaba espiritismo se encontraba con sus compañeras en el patio del colegio cuando de pronto el vaso que usaban para hacer la ouija se rompió en mil pedazos saliendo según sus compañeras un humo de color negro que se introdujo en la nariz de Estefanía, provocándola un coma que a las pocas horas se convertiría en una catalepsia severa y muriendo unos días mas tarde por fuertes convulsiones en su cama.

Desde el momento en que se produce la extraña muerte comienza el infierno para la familia Gutiérrez Lázaro. Unos gritos de mujer diciendo en todo muy alto ¡mamá! ¡mamá! levantan a toda la familia en plena madrugada. Al abrir la habitación comprueban que la cama esta todo revuelta como si hubiese pasado alguien por allí. A la noche siguiente la familia oye como una especie de soplido que según se va acercando a las habitaciones se convierte en una carcajada según ellos de un “anciano”.

También ocurrían sucesos a plena luz del día, uno de los cuales encontrándose toda la familia en el salón observaron como las puertas empezaban a abrirse y cerrarse y como un “puño” invisible golpeaba todas las paredes del inmueble, era tal la inseguridad que tenían que decidieron colocar un colchón en la puerta para que no se abriese. Pero no dio resultado porque una especie de aire huracanado abrió de forma violenta otra vez la puerta empujando todos los muebles hasta la pared de enfrente.

Hacia el día 24 de ese mes, las dos hermanas que comparten una habitación con literas describen una imagen horrorosa en plena madrugada:



“Se oyó como un silbido por el pasillo, algo que ya habíamos escuchado otras noches. De repente oímos las dos como un lamento muy cerca de la puerta del dormitorio. No podíamos ni subir una ni bajar la otra por el terror, De pronto, en el suelo notamos algo. La luz de las farolas entraba por la ventana y se veía con claridad. Por eso observamos que había alguien mas allí con nosotras. ¡Creímos morir! Una cosa larga, con forma de hombre, como si un hombre se arrastrase, con la cabeza toda negra, sin ojos, sin boca sin nada, iba con el pecho pegado al suelo, deslizándose a lo largo de la habitación. Empezamos a gritar y justo entonces las muñecas que tenemos amontonadas en la pared empezaron a ser lanzadas contra el otro extremo con fuerza, una tras otra y empezó a sonar todo como con golpes y gritos. Cuando abrieron la puerta nuestros padres nos encontraron encogidas en la cama y todas las muñecas tiradas por el suelo”.

Pero sin duda uno de los hechos que mas relevancia tienen en este caso es la actuación de la policía nacional.

El 27 de Noviembre de 1992 dos coches de policía parten de la comisaría del distrito de Vallecas dirección a la calle Luis Marín, cuando llegan se encuentran con una familia angustiada por los fenómenos que se están produciendo en ese mismo momento.

Según el documento oficial se puede leer : “A las 2:40 horas, por el canal 7 de H-50 llama el Z-2 y manifiesta que , una vez se ha entrevistado con la familia y observado el interior de la casa, según comunica, se le ha puesto el vello de punta...

Estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír y observar como una puerta de un armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural....

Momentos después pudieron percatarse y observar como en la mesita que sostenía el teléfono, y concretamente en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente que el Z-2 identifica como babas.....

En el recorrido que hicieron por diversas habitaciones de la casa observaron un crucifijo de madera al que, el fenómeno al que estamos haciendo referencia le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo adherido al mismo...



Que, según manifiesta una de las hijas, tomo el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de la habitación junto a un póster produciéndose también de forma súbita y extraña tres arañazos sobre el citado póster...”

Como conclusión los cuatro agentes certificaban que en aquella casa “hay una serie de fenómenos de todo punto inexplicables".

Con el paso de los años estos fenómenos según la familia han disminuido en intensidad pero todavía se siguen produciendo en determinados momentos....

   

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante artículo.
La doctrina correcta es esta: en todas las culturas hay expresiones como la romana para designar a los espectros maléficos, los hindúes los llaman pretas, los judíos ob, y asi.
Pero lo que designan todos estos términos es a un residuo que queda del fallecido y que perdura durante un tiempo (a menos que sea alimentado)junto al cuerpo. Este residuo de naturaleza psíquica busca una fuente de energía vital para sobrevivir, y es por esto que resulta perjudicial para los vivos.
El ser real del fallecido pasa a la otra vida, el problema es lo que queda de él. Es por eso por lo que los ritos funerarios siempre fueron muy importantes, porque destruyen a la larva, impidiendo que se adhiera a algun ser vivo. Y su falta era siempre temida, ya que dejaba a aquellos muertos sin los rituales, que pudieran infestar a los vivos.Otra opción es quemar el cuerpo.
Hay muchas formas de protegerse de estos "vampiros" y muchas maneras de destruirlos, particularmente los magos sabemos de esto.
Ejemplo: Quemad alcanfor desde el fondo de vuestra casa hasta el frente y removeréis a las larvas que hubiesen.
Hay mucha doctrina y práctica sobre la manipulación de los "muertos", pero este no es el lugar de hacerla explícita.

El Tormenta dijo...

Realmente interesante lo que afirmas, pues es cierto que en todas partes cuecen habas. Todos somos humanos y tenemos espíritu al fin al cabo. Los nombres ayudan a identificar a estas entidades con independencia del lugar del globo de donde procedan.

Sabes bien que algunos magos hacen uso de las larvas para fines oscuros, por eso algunos no dejan de visitar cementerios y lugares malditos. No soy mago, pero he estudiado su historia profundamente, aparte de tener varios grimorios.

Personalmente no recomiendo el uso de la magia a menos que sea alguien cabal y la utilice para buenos fines. Por ejemplo encantar hierbas con el objeto de curar o exorcizar demonios. Solamente rindiendo culto a Él (es el nombre histórico de Dios) puede el hombre avanzar sin caer en la duda o la locura. A menudo muchos magos se encuentran la horna de su zapato practicando su arte.

Un abrazo y me alegro que hayas disfrutado el artículo.